Florencia: moda, arte, cultura y mucho más que contar

Foto de Florencia

Fue nuestro último viaje hasta el día de hoy y por aquel entonces era 2019. Rascamos el hocico de un jabalí, así que planeamos volver pronto a comer gelato italiano

“Un cucurucho con dos bolas de vainilla, por favor”. Puede que fuera otoño, pero el helado florentino entraba bien en cualquier época del año. Aquel era especialmente cremoso y aunque te sintieras orgullosa de tu propio cono congelato, las envidias me afloraban al ver la coppetta de chocolate de Sofía o el sorbete de frutas de Emma. Marina, que siempre había sido la gran transgresora, se lanzó a por el de queso de cabra. “¡Pregunta! ¿Quién inventó el gelato?”. Sofía solía tardar nada y menos en responder a cualquier cuestión que fuera un poco ‘cultureta’. “Bernardo algo”. “¿Ese no era algo de los Médicis?”. Emma la solía complementar a la perfección en estos temas. Bernardo Buontalenti. Fue un arquitecto e ingeniero militar al servicio, efectivamente, de los Médicis”, sentenció Marina. 

Tomarnos un helado florentino fue lo primero que hicimos en la ciudad. Habíamos elegido la capital de la Toscana en este viaje de 2019 por lo variopinto de su contenido y lo variopinto del equipo que habíamos formado. A Marina le encantaba la moda y aunque fuera Milán la meca de las pasarelas, de las tendencias, de lo fashion y de lo más it del momento, “¿tiene algo que envidiarle Florencia? Os recuerdo que aquí nacieron marcas como Gucci o Cavalli”. Ella estaba hecha para esa elegancia ‘Made in Italy’. Hasta sus andares se habían transformado en los ligeros pasos en tacones encima de una pasarela. Con su Bandolera Pepe Jeans Vega Coral, comprada hacía tres días en Mi Piel y recién estrenada ahora en la Via de Tornabuoni, parecía una auténtica florentina hecha por la propia ciudad, mimetizada en el esplendor de los escaparates de Via della Vigna Nuova. Había recibido, incluso, algún “fio, fio” de más de un italiano de peliculeros ojos verdes…

“Sí, por supuesto. ¿Cuándo? ¿El mes que viene? ¿La semana que viene?” Florencia era su sitio. Sofía estaba siempre más que dispuesta a visitar cualquier museo o exposición, sea del ámbito que fuera, entendiera de ello más o menos. Cómo iba a decir que no a la capital del Renacimiento. Todavía recuerdo la sensación casi extraña de pasear por sus calles. Hacerlo era como entrar en una inmensa galería de arte al aire libre; además de en el hogar de muchos personajes ilustres e importantes del devenir de la historia de Italia -y también del mundo-. “¿Sabíais que Leonardo era disléxico, vegetariano y que fue acusado de sodomía? A puntito estuvo de vérselas con las Inquisición”. Era uno de los personajes más curiosos de los que Sofía solía hablar siempre. Este año se celebraba, además, el año de Leonardo Da Vinci, el quinto centenario de su muerte. Encontramos exposiciones, actividades y eventos culturales por todos sitios. “¡No nos vayamos nunca de aquí!” El autor de la Gioconda era el arquetipo de hombre de Renacimiento, un ‘visionario’ del que Sofía no podía dejar de disfrutar en su museo, en el corazón de Florencia. No sé si estaba más ojiplática aquí, o cuando tuvo delante al mismísimo David de Miguel Ángel. Recuerdo que le di un tirón a su inseparable Bandolera de Pepe Jeans Vegan y prácticamente ni se inmutó. 

Emma casi siempre hace de guía. Es la típica persona que se prepara un dossier previo a un viaje con todos los detalles, con lugares turísticos, con sitios para desayunar, comer y cenar -también merendar-; pero hay otra cosa que hace muy bien. Leerse, como buena carnívora literaria, las historias menos pensadas y más escondidas de allá donde vamos. “Uno de los libros infantiles más populares de todos los tiempos se escribió en Florencia… ¿Sabéis cual?” El Sol caía sobre el Ponte Vecchio, uno de los puentes más famosos del mundo. Una postal espectacular para jugar a las adivinanzas. “¡Pinocho! Lo escribió Carlo Collodi!” Recordar uno de los relatos más populares y conocidos del mundo frente al puente de piedra más antiguo de Europa fue uno dei momenti più speciali de aquella tarde. Recorrer cada lugar de Florencia suponía un espectáculo. Desde allí, caminamos hasta la Piazza del Duomo. Cada vez que nos acercabamos a aquella Catedral un escalofrío te recorría el cuerpo de arriba abajo. Su descomunal presencia te helaba la sangre. “En el Duomo, si os fijáis allí arriba, podréis ver una gárgola un poco peculiar. ¡Es un toro! Un día leí que cerca de aquí vivía un hombre cuya mujer le era infiel con un chico que ayudaba con la decoración de la Catedral. El cachondo decidió elaborar la estatua de un toro y ponerla como gárgola justo en dirección de la casa del hombre…cornudo y troleado”

Se sacó la tablet de su Mochila Portaordenador Pepe Jeans Sail, y buscó la dirección de la Fuente del Porcellino. No necesitabas guía turístico con Emma en el equipo de viaje. Casi siempre nos quedábamos cortas de días en nuestras escapadas. “Un día más, un día más”, pensaba normalmente la última tarde de aventura. Ojalá que tocarle el hocico a aquel pequeño jabalí en la Fuente del Porcellino nos permitiera volver pronto. Lo que no sabíamos entonces es que nos iba a caer una buena pandemia poco después y que mi Juego de maletas Pepe Jeans Malila se iba a quedar en casa por un largo tiempo…

Hablando de ese largo tiempo… Si para algo nos sirvió a las cuatro fue para aprender, con Marina de maestra, a ponernos pañuelos de seda en la cabeza como auténticas influencers y fashionistas confinadas. El estilo pirata había llegado a nuestras vidas…

Publicado por tiendamipiel

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