El confinamiento y todo un año de idas y venidas nos llevó a mezclar la tradición y la modernidad. Así llegó la tienda online a Mi Piel, y así pasó esto en mi cumpleaños…
Estamos a finales de marzo. La primavera ha asomado por Segovia, y cada día se deja ver algo menos tímida. Hay pocas cosas que me gusten más que el ambiente con el que se viste la Plaza Mayor cuando empieza a darle el Sol a media mañana. La risa de un niño por aquí, el llanto de otro que no quiere irse a casa por allá; una conversación más alta que las demás, el repartidor que llega hoy un poco tarde -y no es Felipe-, el tintineo de los vasos en las bandejas de un camarero…Y ahí es cuando me imagino ese café con hielo que empieza a apetecerme tanto cuando comienza el buen tiempo. Casi puedo oler ese tueste natural con el trastabilleo de los cubitos desde Mi Piel.
Hoy hemos comenzado bien temprano y, aunque mi madre disfruta ya del placer de la jubilación desde hace un par de años, allí apareció; cómo no, con su café recién hecho a primera hora. “Ay, hija. Me aburro en casa toda la mañana y necesitas un par de manos por aquí”. Estaba hasta arriba de encargos. Las ofertas especiales del Día del Padre no terminaban hasta el 31 de marzo y las ventas online no habían parado en los últimos días. Tal vez tuviera algo que ver eso de estar nosotros ‘encerrados’ en Segovia y el resto ‘encerrados’ de nosotros. Todavía recuerdo cuando mi abuela decía eso de “¡pero cómo que tienda online! Jose, ¿tú sabes cómo se atiende a los clientes en eso de la tienda online?”
Mi padre se había mostrado también algo receloso al principio, de dar ese salto a la “modernidad”, como él decía. Yo lo entendía. Habían sido más de 30 años conociendo a cada cliente, hablando con ellos, preguntándoles por su vida, preguntándonos por la nuestra. Y de repente, el intruso online había venido a visitarnos… “¡Y menos mal!” se ha hartado desde entonces de decirle a sus compañeros del tute en cada polémico debate sobre la “situación del país”.
En la tienda online tenemos muchos de los artículos que vendemos en Segovia: maletas, maletines, bolsos, mochilas, carteras, paraguas, neceseres… Y por fin podíamos llegar con ellos a cualquier parte del país, por mucho confinamiento que hubiera en medio. Incluso nos ha servido para vivir alguna que otra anécdota.
Mi amiga Sofía y yo cumplimos años el mismo día. El 30 de junio. El año pasado hacía poco y menos que habíamos estrenado la tienda online de Mi Piel y cómo no, yo tenía que probarla. No mentiré si digo que me hacía mucha ilusión pensar en cómo gente que no conozco, a través de Instagram o de Facebook, o por el boca a boca -algo que nunca pasa de moda-, miraba nuestro catálogo en silencio, de manera anónima. No era a lo que estaba acostumbrada y me encantaba pensar que había personas, que aunque yo no pudiera ver, estaban interesadas en todo lo que Mi Piel tenía, en todo en lo que llevaba tantos años trabajando. ¿Quién sería? ¿Cómo sería su cara? ¿Cómo su carácter? “Nuestra familia invisible”, le decía siempre a mi madre.
Yo, por muy a mano que tuviera la tienda, no quería perder la oportunidad de estrenarme en ello. Así que, llegado el cumpleaños de Sofía, decidí comprarle la Mochila Portaordenador de Pepe Jeans Vegan. A ella le había encantado desde que la había visto en la tienda. “¡Clara! ¿Te has fijado que tiene un USB integrado”? En la página de Mi Piel había puesto su dirección, para que ese día llegara a su casa. Y así pasó. Una compra eficiente, rápida, que llegaba a su destino cuando quería, en un estado perfecto pero… ¡Ay los peros!
Este “pero” tampoco era tan grave, aunque sí bastante casual. Ese día, mientras atendía a Amelia, una mujer del barrio y clienta habitual que, por cierto, siempre me había tratado con muchísimo cariño -la típica persona que tiene siempre una sonrisa y una buena frase para alegrarte el día-, había llegado a Mi Piel otro repartidor con un paquete para mi. Bueno, tampoco era muy extraño, al fin y al cabo, el 30 de junio era mi cumpleaños.
Amelia no tardó en irse. Recuerdo que ese día se había llevado un Neceser Movom Riga para ella y un paraguas Cacharel Estampado para su marido. Yo me apresuré entonces a abrir aquel paquete. La sorpresa vino cuando rasgué aquel cartón marrón en el que venía envuelto. ¡La Mochila Portaordenador Pepe Jeans Vegan! No venía sola, una nota inconfundible con olor a vainilla era el sello de Sofía: “¡Amiga! No podía dejar de estrenar vuestra tienda online este año para tu cumpleaños. Ya sabes cómo me gusta esta mochila, pero también sabes todo lo que te quiero. Tanto, tanto que voy a renunciar a ella para regalartela a ti. Espero que te guste y que algún día -muchos más que pocos- me la prestes”.
“Feliz cumpleaños, Sofía. ¡Cómo no iba a caerte la mochila por tus 34 cumpleaños! Será que no me has dado la lata con ella y qué mejor ocasión para estrenarme en mi propia tienda online. ¡Espero que pases un día precioso y salgas a dar tu primer paseo con la Pepe Jeans Vegan y tu USB integrado!” Esta había sido mi nota, sin olor a vainilla…
Vainilla… Recordar aquel olor me había llevado directa a Florencia. “Un cucurucho con dos bolas de vainilla, por favor”.