En esta ocasión, dónde nos íbamos de viaje en primavera no lo íbamos a elegir nosotras. Igualmente, fuera donde fuera, teníamos un complemento que estrenar.
Me ardían las manos. El contraste entre el calor de aquella taza de café y el frío de los últimos días de febrero estaba provocando en mí una sensación más parecida al placer que a la desidia de un día oscuro. Oscuro como aquel. La nieve había llegado a Segovia, este año la última de febrero, rozando el final del invierno, agonizando entre las últimas semanas que dejaban entrever un pequeño suspiro que parecía susurrar: “primavera”. A Emma le encantaba dejar su nombre escrito en las ventanas empañadas con ese vaho natural que deja el calor de dentro mezclado con el frío de fuera. “¿Os parece bonita?” Su mirada estaba perdida en el cristal, supongo que enfocada solo en la margarita que dibujaba al final de ‘Emma’, desenfocada en aquellos copos de nieve tras la ventana. “¿La nieve? Sí. El invierno en sí es precioso. No hay nada mejor que un libro, una manta, una taza de café caliente y una tarde de lluvia o nieve”.
“Eres tan romántica, Clara”. Ya venía Marina con sus ‘ñiñiñi’. Parecía que junto a ella, entraba el invierno en aquel cuarto. “Se ha colado febrero cuando has abierto la puerta”. Emma también adoraba el frío, pero mmmm. Mejor con la puerta cerrada. “Invierno, invierno. ¡Yo ya estoy pensando en la primavera! Lo primero de todo. Vengo de Mi Piel Clara”. “Esta tarde está mi madre, sí. ¡Tengo la tarde entera para vosotras! ¿Ya te has comprado lo último en guantes?” “No, pero sí he comprado el regalo del Día del Padre. ¿Os gusta?”. Elegante y clásico, marrón y de cuero. Así era el maletín portadocumentos de Rosme que Marina había comprado a su padre. “Es precioso. Va a parecer todo un ejecutivo. ¡Estilazo business! Yo le he comprado una cartera”. Emma se había pasado días antes por Plaza de la Rubia, 8 y le había comprado una billetera de Landó. Todo esto me hacía recordar que yo aún no tenía regalo.
“¡Vamos al grano!” Todos los años por estas fechas nos juntábamos (cual marmotas pre-primaverales) para planear nuestro viaje de primavera (y “a despotricar”, como diría Sofía). Teníamos cuatro opciones sobre la mesa: Almería, Valle del Jerte, Granada y Madrid. ¿“Empezamos alegatos”?
ALMERÍA
Sofía era muy del sur. Su apuesta siempre venía de por ahí abajo. La opción de Almería nos gustaba bastante a todas. Había muchos planes posibles en la ciudad andaluza: paseos por el barrio de la Medina, su núcleo primitivo, rodeado por la Muralla de Jayrán, que encierra tras ella una fortaleza musulmana-cristiana en un cerro, la Alcazaba. Mezquita Mayor, Catedral de Almería, plaza de las palmeras… Eran muchos los rincones que nos atraían de ella. “Por allí estrenaría mis guantes de Noco Complementos. El de estampado de libélulas me encanta para llevar en primavera, cuando aún hace frío en la calle”. “Irían de lujo con ese bolso que tienes de Pepe Jeans Carola”. Un guiño de Marina.
GRANADA
“Precioso, pero mejor dejadme a mí pasear por el centro de Granada con mi bolso Bowling mini de Noco Complementos. Apenas lo he podido usar este invierno y el principio de la primavera me parece un momento ideal para explotarlo al máximo. Y Granada es el fondo ideal para eso…” Marina no podía dejar de ir siempre elegante y a la última, ni siquiera en mood turista. Sin duda, Granada es otra de esas ciudades que se llena de magia y color en primavera. “¿Qué me decís de una buena tarde de tapeo por la Calle Navas?” Ella sabía que el tapeo nos ganaba. “Es cierto que en esta temporada los jardines de la Alhambra se ponen preciosos”. Emma, siempre buscando la mejor fotografía. Los Cármenes, el Parque García Lorca, los jardines del Generalife se suman a una gran fiesta primaveral con una explosión de color que hace las delicias de cualquiera.
VALLE DEL JERTE
“Si de verdad queréis sacar vuestras cámaras a relucir, poco hay mejor en esta época que la floración de los cerezos del Valle del Jerte”. Me veía allí, en una casita rural, en mitad de la naturaleza, disfrutando de los últimos coletazos del frío y de los primeros rayos de sol de la primavera, paseando por esa casa antigua de piedra con mis zapatillas de Isotoner hechas de microterciopelo. “Puede que Clara esté siendo la más original. Además, una escapadita a Cáceres tampoco estaría mal. Y más nosotras, fans de Juego de Tronos”. Gracias Emma.
MADRID
“Puede que el Jerte sea uno de los mejores destinos primaverales de España; pero… ¡Hace mucho que no vamos a Madrid! Hay nuevos musicales, obras de teatro, conciertos, exposiciones, museos, las plazas están a rebosar de gente cogiendo las primeras dosis de Vitamina D del año, El Retino ¡Ay, El Retiro! Y la Casa de Campo, un picnic allí, una cena en uno de sus restaurantes, con esa carne a la brasa que inunda el lago entero…” Emma podría seguir hablando una hora seguida de Madrid, lo presiento. “Tampoco me desagrada la idea de salir a cenar un día al centro y estrenar mi bandolera de charol de Noco Complementos…” Creo que Marina tiene un look para cada destino.
¡Por qué no podemos ir a todos! Los argumentos ya estaban al descubierto y ahora tocaba elegir.
Fuera seguía nevando y el nombre de Emma con su margarita escrita en el cristal se desvanecía. Un silencio roto por el sonido de mi móvil. Era mi madre. “Necesito que hagas un envío mañana a primera hora. Hemos vendido a través de Instagram la bandolera cruzada de Movom”. “Por supuesto, mamá. ¿A dónde la envío?
“En esta ocasión será a Cáceres”.