Nos gustan los mercadillos de Navidad, pero aquel, en Dresde, fue especialmente mágico. Los ojos de Adri brillan escuchando mi historia… Y mientras, en Segovia, huele a chocolate caliente.
No podía dejar de pensar en Dresde. Desde aquella tarde en la buhardilla de la abuela, entre ropa y complementos de otoño e invierno, no me lo había podido sacar de la cabeza. Esta mañana volvía a recordarlo. La Plaza Mayor tenía hoy un trajín diferente al de otros días del año. “¡La Navidad está llegando a Segovia, Adri!” Pocas cosas en la vida existían que le iluminaran la mirada de tal manera. Tenía chispa en los ojos, un brillo diferente, un ‘no sé qué’ que a mí también me pasaba.
“¿Qué van a poner ahí?” “El mercadillo navideño”. ¡Cómo me gustaban esas dos palabras! ¡Mercadillo navideño! “¿Recuerdas que el año pasado nos compramos en una de sus casetas calcetines de ciervos navideños para las dos? Ya no te sirven, así que este año repetimos”. A Adri le encantaba que le guiñara el ojo después de proponerle algo. Eso siempre significaba plan de chicas. Y si era en Navidad, también chocolate caliente y algún que otro dulce en secreto.
Este año serán 27 casetas de madera las que pongan colorido, estética y espíritu navideño a la Plaza Mayor. Una puesta en escena que se completa con actividades de esas que nos gustan: pista ecológica de patinaje sobre hielo en la Plaza de Santa Columba o el tránsito de un tren navideño desde la Plaza Oriental hasta la Plaza Mayor. “Esto me recuerda a un viaje que hice con tu madre y con tu abuela, hace unos años”. “¿A dónde, tía?”
El frío se había hecho ya protagonista de Segovia. Me encantaba colocarme una y otra vez mi nueva pashmina de Noco Complementos alrededor del cuello, bien calentita. Su estampado de pinceladas artísticas iban perfectas en aquel contexto prenavideño. “Verás, Adri. Hace algunos años, las chicas de Mi Piel, decidimos hacer un viaje en Navidad a Dresde. Y tú dirás, ¿dónde está eso? ¿Verdad? ¿Recuerdas la fotografía que tiene tu madre en su mesita de noche? La abuela, ella y yo frente a un árbol de navidad enorme repleto de bolitas de colores y luces doradas. Ese es el mercadillo de Navidad de Dresde, en Alemania”.
“Wow. Alemania”. “¿Te gustaría ir algún día? A veces pienso que la Navidad nació allí”. Eso último había sido un pensamiento en voz alta. “¿Cómo es?” “Es, simplemente, mágico”.
Habíamos llegado a Dresde muy abrigadas y no muy equipadas. Más que un viaje, era una escapada. Mi madre llevaba todas sus cosas en la bolsa de viaje de Movom, que además de ser perfecta para viajes low cost, también lo era para la rutina de gimnasio -¿no os había contado que mi madre iba al gimnasio?-. Nosotras nos repartimos la maleta de cabina de Movom que gracias a sus compartimentos cerrados con cremallera y bolsillos de diferentes tamaños era un plus para organizar nuestras cosas de manera conjunta. Aquí llevábamos todo: ropa, bufandas, gorros, guantes. Complementos de Noco que no podían faltar en invierno, mucho más si el destino estaba a bajo cero. Recuerdo que yo solamente llevaba un bolso (raro en mí), pequeño, cómodo. Un básico que completaba siempre mis looks más desenfadados: la bandolera doble Camper de Pepe Jeans.
“En Dresde existe un mercadillo de Navidad mágico. Es muy antiguo, uno de los más antiguos que se conocen. Se llama Striezelmarkt”. “¿¡Estrizemá!?” Su pronunciación no era la mejor, pero sus ganas de saber más siempre me conquistaban. “El Mercadillo de Striezelmarkt. ¡Repleto de luces de Navidad! ¿Te lo imaginas? Hay un árbol enorme cubierto de luces brillantes, un castillo de cuento de hadas, un montón de casitas con sus chimeneas, una panadería para amasar y hacer manualidades, teatro de títeres, un tren… ¡Y muchísimas cosas para comer de esas que tanto nos gustan! Pan de Navidad con frutas confitadas y frutas secas cubiertas con azúcar helado. ¿Qué me dices?” Adri me tiraba de la bandolera-riñonera Green Bay de Pepe Jeans que llevaba ese día. Lo hace siempre que se pone nerviosa. “¿Allí también va Papa Noel?” “¡Por supuesto. Todos los viernes lo visita!”. Ahora sí, su cara de fascinación era inigualable.
La milla de oro de los mercadillos navideños. Así llaman también a Dresde. ¡Hay hasta 11 mercados! Todos ellos se distribuyen por las calles de la ciudad, todos diferentes, pero todos con un encanto especial. ¡Muy especial! Es uno de los más antiguos de Europa, tal vez por eso me gusta tanto. Por el romanticismo que desprende una tradición que tiene siglos de historia. Comenzó a celebrarse con motivo de la proclamación del príncipe sajón Friedrich II, allá por el año 1434.
Hablando de mercadillos. ¡Se me había ocurrido una gran idea! Podría hacer una lista de los mercadillos de Navidad más bonitos y subirlos al Instagram de Mi Piel. ¡Seguro que como yo hay muchos más enamorados de los mercados navideños! “¡Clara, Clara! Ya han terminado de poner el Árbol!”
Adri me despertaba así de mi recuerdo de Navidad. Ver de nuevo el Árbol navideño en la Plaza Mayor me hacía suspirar, poniendo la mirada en todo lo que se quedaba atrás. Otro año estaba a punto de terminar y eso solo suponía que uno nuevo iba a comenzar.
Y yo tenía muchos planes para Mi Piel…
De nuevo Adri tiraba de mi bandolera… Cerca de allí olía a chocolate caliente.